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El Otro Lado de la Discapacidad: Lástima disfrazada de compasión

Lástima disfrazada de compasión

 

Hay cosas que muchas veces no se dicen, pero se sienten. Y esta es una de ellas.
 
Hoy quiero hablar de algo que muchos hemos vivido en silencio: esa “compasión” que no es del todo genuina. Esa que, sin decirlo, se siente más como lástima que como verdadero acompañamiento.
 
Y es que cuando la compasión es real, se nota. Se vive desde la empatía, desde el respeto, desde el deseo de acompañar sin hacernos sentir menos. Pero también sabemos cuándo no lo es. Sabemos cuándo nos hablan bajito porque creen que no entendemos, cuándo nos felicitan de más por hacer cosas cotidianas, o cuándo suavizan sus palabras para no “hacernos sentir mal”, cuando en realidad lo que queremos es que nos hablen con verdad y sin adornos.
 
Lo difícil es que esto pasa mucho más de lo que la gente cree.
Y aunque parezca un detalle pequeño, cansa.
Cansa sentir que, en vez de vernos como personas, nos ven como situaciones.
Cansa que todo lo que hacemos sea visto como “superación” cuando simplemente es vivir.
 
No queremos lástima. No necesitamos que nos traten como si todo en nuestra vida fuera una dificultad.
Lo que necesitamos es lo mismo que todos: respeto, apoyo real y relaciones sinceras.
 
A veces la mejor forma de acompañar es no asumir, no hablar desde el “bendito” o el “qué pena”.
Es simplemente estar. Escuchar.
Y tratarnos desde la igualdad, no desde la diferencia.
 
Porque al final, todos sabemos cuándo alguien se acerca desde el corazón…
y cuándo lo hace desde la incomodidad.
 
> “La verdadera compasión no habla con lástima, habla con respeto. No busca hacer sentir menos, busca estar presente.”
— Naomie Cordero